domingo, 18 de octubre de 2009

A 140 años de la fundación de "La Prensa"

Dr. Juan Carlos Alvarez Gelves
Para Conservadores Argentinos



Corría el año 1869, Domingo Faustino Sarmiento ocupaba la función de Presidente de la Nación, cargo surgido por decisión del Congreso General Constituyente de las Provincias Unidas del Río de La Plata del 6 de febrero de 1826 y la Provincia de Buenos Aires era gobernada por el Dr. Emilio Castro, elegido constitucionalmente, luego de haber sido interino en 1868 por renuncia del Dr. Alsina.
En aquel año, más precisamente el 18 de octubre, “La Prensa” editaba su primer número. Fundada por José Clemente Paz, fue vocero del conservadorismo y del liberalismo económico. Fallecido en 1912 su hijo Ezequiel quedó a cargo del diario.
La confiscación que sufrió “La Prensa “en 1951 es paradigmática de la moral totalitaria imperante en el gobierno peronista de la época, que socavó uno de los fundamentos del sistema republicano como es el del respeto por la verdad.
No pocos ejemplos en la historia escritos por tiranos de toda laya y de todos los tiempos, han tratado de descalificar y devaluar la libertad de prensa ya que suponen que sin ella pueden llegar a convencer al pueblo de que deben aceptar sin ningún examen los valores del oficialismo; el nazismo había proclamado que una mentira repetida mil veces pasa a ser una verdad. Anteriormente Napoleón, que sentía terror por la libertad de prensa, en pleno apogeo de sus triunfos militares afirmaba que “si se soltaba la brida a los periódicos no duraría tres meses en el gobierno “.
La libertad de prensa es el más trascendente e importante de todos los fines políticos de la comunidad y hace a la existencia misma del concepto integrador que es la Libertad que debe ser completa, auténtica y sin calificativos.
En nuestra Patria ha habido un proceso permanente de degradación que se inició en 1946 con un movimiento político en donde la adulación y el servilismo han sido la constante y que se ha exacerbado hasta límites impensados, incluyendo presiones directas o indirectas sobre los medios de comunicación, tanto de los gobiernos constitucionales como militares.
El libro editado en Méjico en 1952 con el título “ Por defender la libertad ” luego de la clausura y la expropiación dispuesta el año anterior a “ La Prensa “, en el prólogo se leen estas serenas y conmovedoras palabras : “ El hombre que lucha por un ideal no debe claudicar frente a la fuerza ni ceder frente a los halagos. Los diarios tampoco. La conducta en los individuos y en las instituciones debe ser siempre la misma al hablar y al proceder. La unidad de conducta es prueba de la firmeza en las convicciones y el primer deber que exige la defensa de los grandes ideales “. (“No he vivido en vano “. Emilio J. Hardoy; Marymar Ediciones; Pág. 228; 1993)
En septiembre de 1946, durante el primer período presidencial de Perón, el Ministro del Interior se refirió al periodismo en estos términos : “ Tienen que comprender que el gobierno ha respetado en forma absoluta y completa la libertad de prensa, pero como estamos en una revolución – aunque esto no les guste a algunos diarios – y la mayoría del pueblo es revolucionaria, si esos diarios continúan en su mala senda, van a obligar al gobierno a que impida que se trate de engañar al pueblo “.
Otro caso absurdo y pintoresco a la vez de persecución al diario fue la existencia de lo que se llamó “un expediente fantasma”. A pesar que había una ley eximiendo de todo gravamen al papel para diarios, se formó un expediente imputando que dicha exención no procedía respecto de los diarios porque ellos publicaban avisos. No obstante que el dislate fue reconocido por el Procurador del Tesoro, el Ministro de Hacienda confirmó el fallo aduanero que obligaba a pagar $ 32.038.391.
Se llamó “expediente fantasma “ya que fue archivado y no se concretó ninguna medida y fue utilizado para asustar y sojuzgar.
Finalmente el 25 de enero de 1951 fue entregada a “ La Prensa “ una nota del Sindicato de Vendedores de Periódicos, exigiendo la supresión de las sucursales, la eliminación de los suscriptores, el reconocimiento del gremio como persona con derecho exclusivo a distribuir y vender el diario y el 20 % del monto de los avisos clasificados.
Grupos armados recorrieron el taller impidiendo que salieran los ejemplares para su venta. No obstante al día siguiente los empleados y obreros decidieron reanudar sus tareas. Aparecieron entonces maleantes en mayor cantidad y atacaron a tiros ante la ausencia policial; como resultado murió un obrero de 36 años y catorce más cayeron heridos.
A pesar de todo los trabajadores entraron a los talleres y comenzaron con su labor hasta que la policía los desalojó. Un juez levantó el cierre y dispuso la restitución de la llave a la administración del diario, pero esto duró algunos minutos porque policía volvió a clausurar el edificio en virtud de una resolución dictada por otro juez argumentando que se atentaba contra la seguridad del Estado, contra el director del diario y algunos de sus funcionarios.
En aquellos momentos el tiraje de La Prensa era de 345.000 ejemplares contra 175.000 de La Nación.
Más adelante una comisión parlamentaria investigadora presidida por el tristemente célebre José Ramón Visca aconsejó al gobierno que dispusiera su expropiación por la que no se pagó nada en virtud de la deuda que tenía La Prensa en el “expediente fantasma” aludido.

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