lunes, 11 de junio de 2012

Escrito al cumplirse el 34° anviversario del asesinato de Jorge Bigliard

Cómo matan a Jorge Bigliardi!



El clima revanchista que se está viviendo en la Argentina actual de la mano del peronismo K ha reactivado, como contraparte, esos recuerdos de infancia que una tenía archivados por dolorosos o quizás porque condicionaron hábitos de comportamiento que se mantienen hasta el día de hoy.
Asistía a la Escuela Primaria de la Universidad Nacional de La Plata durante la década del ’70 y habiendo nacido en el seno de una familia donde la política y el compromiso con el devenir de la historia nacional era el tema preferido de conversación en las reuniones familiares, era inevitable que, cada suceso histórico, se viviera con la pasión y la responsabilidad propias de quienes comprenden que la realidad nacional incidirá, tarde o temprano, en la vida personal y colectiva.
Recuerdo ver entonces la Facultad de Medicina de La Plata con pintadas amenazantes contra mi padre –donde se desempeñaba como Profesor y posteriormente fuera echado por los Montoneros- y escucharlo a él y a mi madre advertirnos –a mis hermanos y a mí- sobre los riesgos que suponía abrir un paquete desconocido, dar información telefónica o personal a quienes no conociéramos, autos con las patentes tachadas instalados en la puerta de casa o impedirnos concurrir a alguna reunión que organizara alguna de nuestras maestras en sus casa porque sus actividades extra colegiales eran, como mínimo, clandestinas.
Y todas estas advertencias porque los terroristas de la década del ’70 amedrentaban a la sociedad argentina, de la cual nosotros también formábamos parte, con actitudes intimidatorias y extorsivas.
Sin embargo, hay un recuerdo particularmente clave en la historia de mi vida y que me sigue acompañando hasta el día de hoy. No porque entonces no lo haya comprendido a pesar de mis 11 años de edad. En mi casa uno sabía claramente por qué ocurrían las cosas entonces y por qué la subversión asesinaba, secuestraba, construía cárceles del pueblo y ejercía la justicia revolucionaria sino porque con el devenir de los gobiernos desde Alfonsín hasta los Kirchner, nadie ha emprendido una acción objetiva respecto a los hechos de entonces negando reiteradamente que gran parte de la población padecimos al terrorismo argentino.
Siguiendo la gira de la Sra. Kirchner por España y la tan promocionada reunión con el Embajador Bettini Francese no pude menos que indignarme porque sentía percibir en sus miradas cómplices e irónicamente risueñas los minutos finales de aquel mediodía de Junio de 1976 del Cap.de Corbeta (R) Jorge Bigliardi que fuera asesinado en La Plata por quien ahora se pasea por el mundo como un señor de la diplomacia. Y en este cobarde asesinato a sangre fría que acabó con la vida de Jorge había un auto estacionado en la puerta de su edificio donde además aguardaba una mujer de apellido Fernández.
Pero esta es la historia que impunemente quieren ocultar y ya sabemos con qué grado de resentimiento y engaño la están tergiversando.
Por mi parte, y como carezco de esos sentimientos corrosivos del alma demostrados por los aduladores de los terroristas, sólo deseo honrar la memoria de una persona como Jorge Bigliardi, un padre que en sus horas libres, parte de las cuales pude compartir con él, se desvivía por jugar entonces con sus dos pequeños hijos.
Recuerdo cómo lo increpábamos por algún fallo en contra como árbitro de nuestros juegos de pelota cuando nos juntábamos todos los primos o lo cargábamos por su incipiente calvicie que comenzaba a asomar en su cabeza. Jorge nos miraba y con la franqueza que lo caracterizaba, nos clavaba su mirada tranquila y sólo sonreía. Y no hay día en que no piense en él jugando con nosotros.
Cuando lo mataron por ser Marino, entregado por un “amigo” o ese concepto tan particular de amistad que tienen los terroristas incapaces de sentir y capaces de matar a sangre fría a pesar del vínculo, pensé cómo se puede vivir con tanto odio. Cómo se puede atentar contra la vida de quien nos ofrece su confianza. Cómo matan a Jorge Bigliardi, persona de bien si las hubo!
No creo en la venganza; sí en la justicia Divina.
Este gobierno está sembrando el resentimiento y la discordia en la sociedad argentina pero creo que aún no vimos lo peor.
Tanta cizaña desparramada, tanta impunidad demostrada, tanta complicidad silenciada, tanta venganza practicada desde el poder, tantos asesinados y secuestrados por los terroristas, aún olvidados por muchos, no puede conducir a nada bueno.
Porque el veneno mata desde las entrañas a quien vive envenenado y puede calar hondo en los desprevenidos.
A nosotros nos quedarán aquellos imborrables recuerdos que al evocarlos, a pesar de la nostalgia que nos generan, nos llenan de paz porque quienes los provocan, son gentes que hicieron el bien en su vida y nunca buscaron revancha ni sembraron tempestades. Malos conejeros son el odio y la venganza y más aún la injusticia y la mentira.
No hay poder político que conduzca a una sociedad por el camino de la reconciliación si sus conductores son dueños de una mente carcomida por el veneno y el resentimiento.
Nuestros muertos como Jorge Bigliardi, descansan en paz en un lugar de privilegio lejos de las bajezas y de las miserias de quienes hacen de sus vidas un campo donde nada bueno puede brotar a pesar de las maravillas de la ciencia y del botox.
Valga para el Cap. de Corbeta (R) Jorge Bigliardi y para todos los caídos en las mismas circunstancias mi eterna gratitud por haber formado parte de mi vida abonándola con los mejores sentimientos.