viernes, 7 de septiembre de 2012

La ciudadanía entregó su miedo a la presidente


Es curiosa la relación entre el resentimiento y la cobardía; entre el miedo y esa gran capacidad de disfrazarse o encubrir un sentimiento que llame a derramar al menos, una porción de debilidad ante su séquito.
A diferencia de la ciudadanía que ha sabido racionalizar su miedo convirtiéndolo en una poderosa arma llamada valentía, la jefa de la banda más poderosa de nuestro país ha caído envuelta en lo mismo que nos aplicara ya su difunto cómplice: el miedo y el desasosiego.
Nuestro pueblo ha aprendido que la valentía es la madre de las virtudes. Lo ha asimilado luego de largos años de despotismo y latrocinio jamás visto en nuestra historia. Lo ha nutrido de la fortaleza espiritual digna de los pueblos que se resisten a ser dominados y saqueados por bandas enquistadas en el poder, con el último fin de despojarlos hasta de su propia existencia.
Ese temor ha pasado a llamarse cautela. El miedo ha pasado a los arrogantes, a los prepotentes, a los matones, a los jactanciosos y bravucones acólitos de su suprema reina, que por su soberbia absoluta jamás podrá reconocer.
La tolerancia y humildad demostrada en tantos años de sacrificio por este noble pueblo, hicieron capaces esta transformación y hoy se muestra desafiante al poder central y le dice basta!!!
Basta de atropellos, basta de robos, basta de injusticia!!!
Necesitamos la disciplina de la virtud para nuestro bien, disciplina que deberá sustentarse inexorablemente en la ley , para nuestro bien y el de las próximas generaciones.
Este pueblo que muestra su coraje, tal vez, en el momento más difícil de su historia, donde hablar y manifestarse en contra del régimen opresor es sinónimo de destitución y traición, será de aquí en más el lenguaje que deberá entender este gobierno, pues de este lado sólo habrá hombres y mujeres valientes defendiendo sus derechos inalienables.
En estas horas la ciudadanía toda está cambiando. Hoy rinde culto a ese valor sereno, meduloso, tranquilo, ecuánime, sin exaltaciones ni depresiones, pero sin temer a su enemigo que le ha quitado sus derechos y pretende “venir por todo”.
Esta ciudadanía hoy rinde culto a la patria para ofrendar desinteresadamente, en su santo altar, todo cuanto posea en la seguridad de que solo así esta patria volverá a ser aquella que eligieron nuestros antepasados, de libertad y justa.
Para todos aquellos que aún dudan, o se encuentran en algún momento de dificultad en el camino de la fe , o no están relacionados con lo que verdaderamente ocurre en nuestro suelo, les digo:
No tengan temor en venir, abracemos la verdad profunda de nuestro corazón y dios guiará nuestros pasos a la luz y al triunfo.

Marchemos juntos el 13 de septiembre y comencemos a ponerle fin a estos cleptómanos.

Fernando A. Castro pintos