viernes, 13 de noviembre de 2009

Principios Conservadores según Russell Kirk

1. El conservador cree en la existencia de un orden moral perdurable
De acuerdo con Kirk, los hombres y las naciones están gobernados por leyes morales, y esas leyes tienen su origen en una sabiduría que es más que humana. En realidad, parten de la justicia divina. Por supuesto, enunciados semejantes los hallamos en la Biblia y, posteriormente, en las concepciones iusnaturalistas cristianas. Sin embargo, Kirk los encontró también en el pensamiento griego de Esquilo, Sófocles o Eurípides o en los escritos de Cicerón o Marco Aurelio. Existe una ley moral, es superior a todas las culturas, anterior a todas las religiones y posee un origen divino. Cuando ese principio es obviado, incluso las mejores instituciones políticas se ven neutralizadas.
2. El conservador abraza las costumbres, las convenciones y la continuidad
Para Kirk, resulta estúpido tratar a una sociedad humana como una máquina que puede ser tratada mecánicamente. El orden, la justicia y la libertad se pueden ver alterados por la brusquedad de los cambios, y éstos -cuando sean necesarios- deben ser realizados de manera gradual y razonada. El pasado es, a fin de cuentas, una gran reserva de sabiduría. De ahí que, lejos de caer en una posición adanista que vea como meta el hacer todo nuevo, Kirk señala que el conservador aprende del pasado. Ese deseo de aprovechar la sabiduría nos permite absorber el legado del mundo clásico, de la Biblia y de cualquier fluir de la Historia que nos ayude a encauzar de sabia manera los desafíos presentes. Ésa es una de las razones de la importancia de la educación.
3. Los conservadores creen en lo que podríamos llamar el principio normativo
Señala Kirk que la norma es absolutamente indispensable para la convivencia. De hecho, nuestra misma moral es un código de normas. Esas normas vienen establecidas desde tiempo inmemorial, y deberíamos atender a ellas porque forman parte de una sabiduría de la especie que supera las individuales.
4. Los conservadores se guían por el principio de la prudencia
Como dejó señalado John Randolph de Roanoke, mientras que la Providencia avanza lentamente, el Diablo siempre vuela. Por eso, como indicaron personajes tan dispares como Platón o Burke, la mayor de las virtudes del estadista es la prudencia. En lugar de buscar los logros inmediatos y el aumento de popularidad, hay que reflexionar en profundidad antes de acometer cambios, porque una reforma súbita y agresiva es tan peligrosa como una intervención quirúrgica súbita y agresiva.
5. Los conservadores atienden al principio de la diversidad
Según Kirk, cualquier intento de uniformización es un ataque contra la libertad. De hecho, las únicas formas legítimas de igualdad son la igualdad ante el Juicio Final y ante los tribunales de justicia que obran de acuerdo con la ley. Cuando se producen otros intentos de nivelación obligatoria, el resultado es el estancamiento de la sociedad.
6. Los conservadores evitan los excesos, dado su apego al principio de la imperfectibilidad
Partiendo de la lectura puritana de la Biblia y de su reflexión de la Historia, Kirk señala que el ser humano no es perfecto y, por tanto, no se puede esperar la creación de un orden político perfecto. Por ello, “aspirar a la utopía es dirigirse hacia el desastre”, y la razón es que “no hemos sido creados para la perfección”. A lo sumo, podemos aspirar a vivir en sociedades tolerablemente organizadas, justas y libres, que siempre serán mejores que las de los impulsores de utopías. A decir verdad, éstos han convertido gran parte del siglo XX en un infierno en la tierra.
7. Los conservadores están convencidos de que la propiedad y la libertad están inseparablemente conectadas
Las grandes civilizaciones se han levantado sobre la base de la propiedad privada. Precisamente por eso, el nivelamiento económico no es lo mismo que el progreso económico, incluso puede que resulte incompatible con el mismo. De nuevo, se trata de un principio propio de los puritanos recogido por el liberalismo y por pensadores conservadores posteriores como Solzhenitsyn. La propiedad privada es condición indispensable para la libertad, y todo recorte de la propiedad privada implica un recorte de la libertad. De ahí que los intentos igualitarios propios del socialismo no equivalgan a progreso.
8. Los conservadores apoyan las comunidades voluntariamente consentidas, en la misma medida en que se oponen al colectivismo involuntario
Enraizado en una sociedad civil muy activa y vital como la norteamericana, Kirk era consciente de su necesidad. Las distintas iglesias, las asociaciones de voluntarios, las entidades locales resultan indispensables para que una sociedad sea saludable. En ese sentido, los conservadores no son egoístas que se encierran en sí mismos, sino altruistas dedicados a los demás… lo que es muy distinto de un colectivismo impuesto desde arriba en el que la voluntad de cada ciudadano es sustituida por los intereses de los políticos.
9. Los conservadores entienden que es necesario poner prudente freno al poder y las pasiones humanas
El poder está lleno de peligro, por lo tanto, el buen estado es aquel en el que el poder está controlado y equilibrado, frenado por constituciones y costumbres sensatas. Kirk se hace eco en este principio concreto de uno de los grandes aportes de la Reforma del siglo XVI al pensamiento político, aporte mantenido por los puritanos y consagrado en la Constitución de los Estados Unidos y -no lo olvidemos- negado por los revolucionarios franceses y rusos. El poder tiende por su naturaleza hacia la tiranía y por ello debe ser controlado, debe ser objeto de mecanismos de equilibrio y debe ser frenado. De lo contrario, se verá gravemente amenazada la libertad de la sociedad.
10. Los conservadores inteligentes comprenden que una sociedad vigorosa requiere el reconocimiento y conciliación de lo permanente y lo mutable
En contra de lo que se suele aducir, los conservadores no se oponen a las mejoras sociales. Pero saben que el Progreso puede erosionar peligrosamente la Permanencia de una sociedad. Por ello, cualquier reforma debe llevarse a cabo con prudencia y sensatez, sopesando juiciosamente las consecuencias. El cambio es esencial e irrenunciable para el cuerpo social, pero para que sea beneficioso resulta indispensable actuar de manera prudente y gradual.

Personalmente, como editor de esta edición de Russell Kirk en español, me sentiría más que satisfecho si los lectores se formularan de corazón la pregunta con la que concluye esta antología, pregunta que hace referencia al principio paulino de la redención del tiempo y que constituye una de las tres o cuatro -no más- que dan sentido a la existencia humana.
Este texto es un fragmento del prólogo de CÉSAR VIDAL al libro de RUSSELL KIRK “Qué significa ser Conservador, Editorial Ciudadela.

viernes, 6 de noviembre de 2009

10 de Noviembre: Día de la Tradición

Ma. del Valle Alvarez Gelves
Periodista
Para Conservadores Argentinos

El Día de la Tradición fue instituido por el entonces Gobernador de la Pcia. de Buenos Aires, Dr. Manuel Fresco en el año 1939. En su discurso alusivo a la conmemoración de esta fecha, el Dr. Fresco afirmó “mi gobierno es conservador, en cuanto conserva, defiende y rinde homenaje a los valores tradicionales de la sociabilidad argentina, en cuanto asienta su fuerza y su prestigio sobre las instituciones básicas del mundo occidental y cristiano, la familia, la propiedad, la nacionalidad, la jerarquía [....]”.
Bajo el amparo de la Ley 4576/1939 se formaliza así un anhelo social que había comenzado con la aparición del Martín Fierro de José Hernández y tuvo como continuadores a Ricardo Güiraldes, Leopoldo Lugones, entre otros. Por ese motivo, esta conmemoración nacional, coincide con el natalicio del gran poeta, periodista y político argentino José Hernández.
Por alguna razón que apoyamos, los mentores de esta idea, que ha trascendido y permanecido por años y cobra cada vez más vigencia, asociaron tradición con herencia gaucha; no así con “tradición indígena o revolucionaria” como se definiera a los otros estratos que incidieron en la sociedad argentina.

La Tradición, en la cosmovisión del acervo popular, se ha asociado siempre con un estilo de vida unido al campo, a la ganadería, al caballo; con la infinitud pampeana y la libertad, con las injusticias que ha denunciado el Martín Fierro, con aguantar ante la adversidad. En síntesis y como apuntara José L. Romero, la tradición siempre se vinculó “al estilo criollo”.

Para Lugones el gaucho resume las “mejores prendas humanas: serenidad, coraje, ingenio, meditación, sobriedad, vigor; todo eso hacía del gaucho un tipo de hombre libre, en quien se exaltaba, naturalmente, a romanticismo, la emoción de la eterna aventura. Aquel estado sentimental constituía por sí sólo una capacidad de raza superior: la educación de la sensibilidad, que, simultáneamente, amplifica la inteligencia…el gaucho poseía la compasión, a la cual he llamado alguna vez suavidad de la fuerza; la cortesía, esa hospitalidad del alma; la elegancia, esa estética de la sociabilidad; la melancolía, esa mansedumbre de la pasión. Y luego las virtudes sociales: el pundonor, la franqueza, la lealtad, resumidas en el don caballeresco por excelencia: la prodigalidad sin tasa de sus bienes y de su sangre”. En síntesis, según afirma Leopoldo Lugones, “será fácil hallar en el gaucho el prototipo del argentino actual”.
Sin falsos nacionalismos; con el patriotismo y no el “patoterismo” como fuente de inspiración vernácula, vemos, en el Día de la Tradición, una celebración apropiada para resaltar lo mejor de nuestra nacionalidad. Después de todo, como señalara Miguel de Unamuno, “la tradición vive en el fondo del presente; es su sustancia”.
Si bien la desesperanza es la norma que hoy rige nuestra sociedad, creemos porque lo sabemos, que la Argentina ha tenido épocas de esplendor que pueden ser reeditadas. Sólo cuando comprendimos que entre el campo y la ciudad debía haber una comunión irrompible que tuvo como valor supremo a la Nación, es cuando las cosas funcionaron bien.
Creemos en la fuerza del campo como motor y reserva de valores olvidados en la gran ciudad; creemos en el trabajo productivo para salir de la crisis económica y social en la que estamos sumergidos. Apostamos al trabajo digno, lejos de las especulaciones políticas y financieras.

Como ya hemos insistido en entradas anteriores del blog, los conservadores no somos ni hemos sido nunca enemigos del progreso; antes bien, el crecimiento del país y su transformación se realizó bajo los gobiernos conservadores, favorecidos por su legislación y su política. Y así como es de simple sentido común admitir que la civilización es el resultado del cambio no podemos renegar de la tradición. Sin el orden, que supone algún grado de permanencia, la existencia misma de la sociedad sería imposible.
Desde esta columna celebramos la iniciativa del Dr. Fresco de instituir el Día de la Tradición.
Valga nuestro sentido homenaje a la tradición nacional en la esperanza que el Bicentenario de nuestro nacimiento institucional, republicano y federal nos encuentre confiados en una pronta recuperación de los valores que hicieron grande al país.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Un programa conservador

Hoy no está de moda ser o declararse conservador.
La culpa la tienen varios factores, entre ellos la perezosa costumbre de no pensar por uno mismo y, desde luego, la colosal manipulación ideológica del lenguaje y los conceptos políticos que Occidente ha sufrido en el último tercio del siglo.
En el libro “Políticamente incorrecto” tuve la oportunidad de analizar en profundidad las propuestas del pensamiento conservador de cara al siglo XXI, desde su origen (la intuición de Parménides en el siglo V AC al descubrir que hay un núcleo fijo y natural en las cosas que es su propio consistir) hasta su contenido heterogéneo, complejo y pleno de riqueza.
El conservatismo es, por naturaleza, reformista y siempre está en movimiento, el carácter reaccionario, la simpleza y la mediocridad son, desde antiguo, elementos contrarios al auténtico espíritu conservador.
Una de las mentes más preclaras del conservatismo contemporáneo es el norteamericano Russell Kirk, autor de dos libros imprescindibles: "The conservative mind" y "A program for conservatives".
En este artículo quiero hablar del segundo, un espléndido ensayo (con traducción española: Rialp, 1957) que debería ser leído, estudiado y, en la medida de sus posibilidades, comprendido por muchos políticos actuales, por supuesto los apologetas del llamado "centro reformista", pero también por todos aquellos que aplican (no solo defienden, que es fácil, sino practican) la magia y la aventura del pensamiento independiente.
El conservador entiende -escribe el maestro Kirk -que las circunstancias humanas son casi infinitamente variables, y que cualquier medida política o económica debe decidirse a la luz de las particulares circunstancias de tiempo y lugar. Esa es la base del realismo político desde los tiempos de Aristóteles.
El secreto del conservatismo reside en saber conocer en cada tiempo lo que es permanente y lo que es mudable. Ahí reside la esencia del reformismo.
El conservador cree en unas reglas naturales que están por encima de los poderes de los Estados (por ello su naturaleza es de raíz antitotalitaria), cree en el poder del individuo por encima de gregarismos y colectivismos que conducen a la revolución y al caos, defiende el orden y la jerarquía en una organización de hombres libres donde se aprecian las libertades concretas y, por supuesto, hace bandera del esfuerzo, el afán de superación y la excelencia. El héroe suele ser, por tanto, conservador, el antihéroe es, por naturaleza, anticonservador.
El conservador moderno -continua Russell Kirk - ha de plantearse un ambicioso programa que sea capaz de dar respuesta a los problemas más acuciantes de nuestro tiempo, y que seguirán siendo los del siglo XXI: -el problema de despertar nuestras inteligencias del adormecimiento de la masa. -el problema de resucitar las aspiraciones espirituales del ser humano sacudiendo el materialismo que corroe en ocasiones la vida. -el problema de rescatar de la deshumanización a los hombres y mujeres de nuestro tiempo. -el problema del colectivismo que anula la libertad individual -el problema de la justicia social, o de cómo lograr que la avaricia y la envidia no levanten al hombre contra su hermano. -el problema de preservar la identidad y la complejidad frente la pensamiento único, lo políticamente correcto y el intervencionismo controlador. -el problema de renovar en el mundo de hoy la lealtad, el respeto a la tradición (la continuidad imprescindible que liga a una generación con otra) y el ansia de excelencia.
Solo sobre una base sólida se puede reformar, mejorar y asimilar el cambio acelerado que, sin duda, caracteriza al mundo tecnificado del siglo XXI.
¿No es acaso un programa lleno de luces y atractivos? Russell Kirk se muestra más incisivo que nunca al afirmar: "en la defensa de la tradición el conservador no debe acobardarse ante la probabilidad de ser malentendido y atacado por todos aquellos cuyos intereses materiales parecen ir ligados a una degradación continua de las masas.
El conservador debe afrontar el hecho de que puede salir vencido, contrariamente al marxista, el conservador no profesa una creencia fanática en el triunfo inevitable de su causa".
Y la gran cuestión del siglo XXI bien puede ser la que Kirk describe con visos de profecía: "La vida, ¿merece la pena vivirla?, ¿van los hombres y mujeres, formados a imagen de Dios, a conservar su naturaleza espiritual o bien van a convertirse en criaturas infrahumanas, agrupadas como un rebaño por los amos del Estado totalitario". ¿Acaso no es una visión profética del pensamiento único, de la uniformidad, de la mediocridad endiosada en todos y cada uno de los aspectos que nos rodean?
Un programa para conservadores invita a la reflexión, porque es, sobre todo, un programa para seres humanos libres en la sociedad avanzada del siglo XXI.

Fernando Alonso Barahona.

"Conservador, muy conservador"

En Nueva Jersey, el republicano Chris Christie venció en un disputado escrutinio al titular demócrata, John Corzine, con un 50 por ciento de los votos contra 44 de su rival.
En Virginia, la victoria republicana fue mucho más clara y allí el conservador Bob McDonell confirmó el favoritismo de las encuestas y derrotó al demócrata Craig Deeds por una diferencia superior a los diez puntos porcentuales.
La victoria republicana en ese estado se hizo todavía más clara al confirmarse que sus candidatos también habían ganado la vice-gobernación, así como el cargo de fiscal general.
En Nueva York, el independiente Michael Bloomberg consiguió un tercer mandato como alcalde de la ciudad de los rascacielos.
Bloomberg, quien gastó cien millones de dólares en su campaña, fue declarado ganador de la contienda con un 48,9 por ciento de los votos contra un 47,6 por ciento de su rival demócrata, William Thompson.
Tal y como lo habían previsto las encuestas, los republicanos consiguieron recuperar la Gobernación de Virginia y colocar al conservador McDonell al frente del estado tras ocho años de dominio demócrata.
Virginia, que hace hoy un año votó mayoritariamente por el presidente demócrata, dio la espalda a Deeds, que a pesar de haber contado con el respaldo de Obama y del Comité Nacional Demócrata no consiguió conectar con el electorado.
Durante la campaña, su rival republicano, considerado como un "conservador muy conservador", evitó ahondar en temas sociales como el aborto y se concentró en la situación económica del estado. Una estrategia que indudablemente le dio buenos resultados.
Deeds, por su parte, no logró sacudirse de su estigma de ser un político de izquierda en un estado tradicionalmente conservador.
Más allá de Virginia y Nueva Jersey hoy se eligieron también legisladores en Nueva York y California para cubrir dos vacantes en el Congreso, así como alcaldes en Atlanta, Houston, Boston, Detroit y Pittsburgh.
Además, Maine realizó un referéndum sobre la ley a favor del matrimonio entre homosexuales aprobada en mayo y Ohio celebró una consulta para ver si permitía los casinos en el estado.
De todas esas contiendas, la más importante fue la del distrito electoral 23 de Nueva York, un recóndito y rural enclave al norte del estado que cobró un inesperado protagonismo.
El distrito se convirtió en símbolo de la lucha interna en el Partido Republicano entre el ala más derechista y los miembros más centristas.
La primera batalla la ganó el núcleo duro, que forzó la retirada de la republicana moderada Dede Scozzafava, quien tiró la toalla el sábado ante el empuje del independiente Doug Hoffman, respaldado por los conservadores del partido.
Allí la lucha por los votos parecía haberse intensificado sin un ganador claro, aunque el escrutinio de los sufragios emitidos en un 21 por ciento de las circunscripciones electorales favorecía al demócrata Bill Owens.
Según las proyecciones, Owens contaba con un 52 por ciento de los sufragios contra 43 por ciento emitidos en favor de Hoffman y sólo cinco por ciento para Scozzafava.
La posibilidad de una doble victoria republicana en Virginia y Nueva Jersey había sido anticipada por los expertos que indicaron que tendría un importante y negativo valor simbólico para la presidencia de Obama.
"Si los republicanos ganan en ambos estados tratarán de crear dudas sobre la fortaleza política de Obama", dijo Thomas Schwartz, de la Universidad Vanderbilt en Tennessee, antes de los comicios.
Un 70 por ciento de los consultados en Virginia en una encuesta divulgada la semana pasada por el diario The Washington Post afirmó no pretender que su voto sea un veredicto sobre la gestión de Obama.
Pero aun así, Schwartz dijo que el hecho de que el presidente se haya desplazado a ese estado en varias ocasiones para apoyar a Deeds permitirá a la oposición presentar una potencial derrota como un fracaso personal de Obama.
John Portman, de la Universidad de Virginia, enfatizó el cartel de ultra conservador que se le dio al ganador de la elección en ese estado.
"Virginia no sólo va a girar a la derecha, sino muy a la derecha", dijo Portman, quien explicó que los resultados en un estado que votó demócrata hace un año podrían repetirse en otros estados en las legislativas del año próximo.
Pero asesores de Obama indicaron que no se debería dar demasiada importancia a los resultados.
"Estas son elecciones locales. Hay mucho camino que recorrer entre ahora y noviembre próximo", dijo David Plouffe, director de la campaña electoral de Obama en declaraciones a la cadena de televisión NBC.