miércoles, 30 de septiembre de 2009

Normas básicas

El conservadorismo es, en nuestro país y muy especialmente en las provincias, una suerte de repositorio de normas de bueno gobierno que, demagogos diversos desde 1916 hasta nuestos días, han echado al olvido.
La seriedad de la palabra y la promesa política, desde el llano como desde el poder, la severidad en el manejo de la "cosa pública"; el respeto de las jerarquías, el ejercicio sereno y enérgico de la autoridad, la implantación de la diciplina en la conducta personal, en la conducción del Estado y en las relaciones sociales, la parquedad en los gastos presupuestarios, la honestidad administrativa y la eficacia de la administración nacional he ahí algunos de los valores clásicos y genuinamente conservadores, hoy prohibidos en las tribunas partidarias y en el desempeño del gobierno por irresponsables, aduladores, estafadores del ciudadano.
El temor a Dios, la devoción por la religión de los padres, el amor a la Patria, la veneración por la familia, la persona humana y por sustento de ambas, la propiedad privada, el ejercicio valeroso y responsable de las libertades políticas concretas, propias de nuestro medio, dentro del orden y para el orden, el apego por las formas republicanas, el sentido de las tradiciones, las criollas de todo el tiempo y las que paulatinamente se han ido incorporando a la vida del país; la voluntad de hacer de la nuestra una gran nación, poderosa, rica, influyente y prestigiada, y, en fin, un orgullo íntimo por la ventura de ser un buen argentino, son otros tantos rasgos de esa personalidad conservadora antigua y perenne, razones bastantes para que el partido, que la representa y asume, perviva. .

No hay comentarios:

Publicar un comentario