martes, 29 de septiembre de 2009

Federalismo

Los conservadores somos de antigua tradición federal; más aún, somos una fuerza federal por excelencia. Si queremos tener un país equilibrado, con la variedad y diferenciación que son condición de vida y de progreso, armonizadas pero no suprimidas por las leyes, el federalismo deber ser mantenido, estimulado y perfeccionado. El crecimiento desmesurado y monstruoso de la Capital Federal y el aniquilamiento del interior, sólo pueden ser corregido por la acción inteligente del poder. Pero para que el poder se ejerza así, debe ser compartido por las provincias. Si ellas no tuviesen acceso al poder, nada o muy poco les llegaría de sus beneficios. Y ésto sería tanto más grave, cuanto que importaría una injusticia histórica, un atropello a las provincias chicas, que al constituir la unión nacional concurrieron en igualdad de condiciones con las más grandes, y sólo así consintieron en hacerla.
Los conservadores contraemos un compromiso solemne con las provincias: de fomentarles el respeto a sus autonomías, reglamentando las garantías constitucionales que impiden su allanamiento arbitrario; de despertar su economía, en muchos casos aletargada, fomentando que extraigan las riquezas que permanecen inexplotadas en yacimientos abandonados; de favorecer sus industrias y de fomentar otras nuevas, para que el interior del país se pueble en lugar de despoblarse como ocurre con las llamadas "provincias pobres", que tienen sin embargo ingentes recursos naturales que circunstancias modificables mantienen desaprovechados.

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