domingo, 27 de septiembre de 2009

Cambio y renovación

En nuestro país, quienes adoptan una actitud conservadora, suelen ser denunciados como reaccionarios saciados de privilegios. Y, sin embargo, nadie hay más dispuesto a la evolución saludable y oportuna, ni más contrario a las situaciones de injusticia, que un auténtico conservador. No son suyos los dogmas anticuados al uso ni los prejuicios absurdos.
En un mundo gobernado en buena medida por doctrinas económicas y sociales que son el evangelio de la izquierda, donde la libertad languidece, los conservadores representamos el cambio y la renovación. Por lo que parece a primera vista una paradoja, en seguida desmentida por la evidencia, somos los disconformes, los que protestamos contra la situación existente, los que anticipamos el porvenir.
Los conservadores tenemos siempre en cuenta, y recordamos a la sociedad, que además de los derechos y en el mismo plano que éstos, existen los deberes del individuo hacia sí mismo, hacia sus prójimos y hacia la sociedad entera. Y que cuanto más derechos se tienen, o más alta posición se ocupa en la jerarquía social, son más graves los deberes y más extensas las responsabilidades.

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