lunes, 21 de febrero de 2011

Pronunciado ganadero

INTRODUCCION


Vengo de la campaña de Buenos Aires, de la región GANADERA. Traigo su mandato imperativo, traduzco sus anhelos y defiendo sus intereses. Quiero instalar este debate abandonando mi inacción y mi silencio. Me lo reclama la situación del País, me lo exige el estado desastroso de nuestra industria GANADERA, me lo impone el patriotismo y el cumplimiento de mi deber CIUDADANO y de productor.
Avoco pues, el problema que se ha planteado sobre la crisis ganadera que no sólo afecta en forma directa a los hacendados sino a los pueblos en general.
Hemos escuchado brillantes exposiciones hechas por miembros de las distintas comisiones y de los distintos representantes del gobierno y declaro que lo único que causaron fue la irritación de los espíritus y es lo que me ha decidido a proceder de esta forma, para colaborar en la medida de mis fuerzas en la tarea que los productores se han impuesto y que yo reputo patriótica, porque tiende a buscar el bienestar del País alejando todas las causas que puedan impedir su marcha progresiva.
Bienvenidos sean aquellos proyectos que puedan transformarse en LEY para devolver la calma a los hombres de campo cuyos clamores llegan a todo el territorio, reclamando de los altos poderes públicos su intención para libertarse de las angustias y devolver el valor de sus esfuerzos y sacrificios acentuados por el infortunio que conlleva el tiempo que no acompaña.
Tengo derecho de intervenir en este debate, tengo derecho de salir de mi inacción yo que he convivido con esos hombres de trabajo durante cuarenta años. He coparticipado de sus angustias, los he guiado paso a paso en sus tareas rurales; he aplaudido sus esfuerzos, sus entusiasmos, sus premios en exposiciones, sus sacrificios, en la ruda tarea a que están consagrados en la lucha contra la acción de las sequías, de las inundaciones, de las intensas heladas que venían a arrebatar los pastos de sus campos, comprometiendo la vida de sus haciendas. Los he guiado en las epizootias que visitaban sus predios arruinando sus intereses y en tantas otras angustias que se experimenta en el campo que desorientan y desilusionan para quitarle el interés al trabajo, sobre todo si es generado por aquel que debe velar por la prosperidad general del País.
Cómo no he de intervenir, si yo reputo esta crisis ganadera como una inmensa ola que avanza arrastrando en su corriente intereses y esperanzas, para precipitarlos a la bancarrota. La INDUSTRIA GANADERA fue otrora el pedestal más sólido en que se afianzó la prosperidad del País; la reconozco como el eje principal en torno del cual giran todas las actividades rurales y cuya perturbación podría traer trastornos tan graves a todas las áreas que de ella dependa, comenzando por la agrícola. No es posible consentir esta situación.
Es necesario vigorizar a La INDUSTRIA GANADERA que es la primera Industria ARGENTINA, y la que ocupó el primer plano en la producción. Luego llegó la Industria Agrícola, cuyos saldos exportables han generado millones en divisas para La Nación, muchas veces despilfarrados por gobernantes de turno, y sujeta a los caprichos climáticos.
Todas las INDUSTRIAS basadas en la explotación de la incalculable existencia de nuestras materias primas, tan admirada por extraños como despreciada por propios, que podrían asegurarle su más completa prosperidad, permanecen aún en el olvido ò meciéndose todavía en sus infantiles cunas , debido ya a la pesada carga con que los gobiernos la agobian en el comienzo de su vida con sus impuestos excesivos, o ya al repudio que a nuestros capitales les inspira todo problema financiero de evoluciones tardías, que no les promete de inmediato el recibir las fantásticas y usurarias utilidades de que se creen acreedores. No es hora de fundar grandes esperanzas en las inmensas riquezas sepultadas en nuestro extenso suelo cordillerano, con que el Gran Hacedor nos ha favorecido.
La LIBRE EXPORTACION de todos estos excedentes, sumando el valor de sus elementos constituyentes, cubrirían fácilmente la deuda que gravita sobre las fuerzas de La Nación, permitiendo librar al Pueblo consumidor de esas odiosas gabelas que los presupuestos imponen a los artículos necesarios para la vida y tanto perturban el bienestar de los hogares. Algún día, algún gobierno tomará verdadera conciencia de la importancia de sacar del abandono estos recursos y harán el sacrificio patriótico que impone su puesta en marcha para la creciente prosperidad de La Patria.
No puede permitirse contemplar la actual crisis ganadera como el resultado de parciales quebrantos financieros, sufridos por efectos de sus propias incapacidades. Se trata ya de UN VERDADERO DESASTRE que con vastas proyecciones haya invadido toda La Industria pecuaria y son las INSTITUCIONES GANADERAS, Hacendadas y en particular el ESTADO, las fuerzas llamadas a intervenir sin temores y con mucha valentía, para apuntalarla sino queremos presenciar inactivos su seguro derrumbe con su cortejo de deplorables consecuencias.
La ganadería por su indiscutible potencialidad, debe ser vigorizada y defendida con la energía que merece para volver a posicionarla en el plano de superioridad que le corresponde sobre el de todas las naciones que se consagran en esta clase de comercio.

HECHOS HISTORICOS

Cuando el estallido de la conflagración Europea obligó a las naciones comprometidas en esa desastrosa guerra a intensificar sus esfuerzos para conglomerar fuerzas y construir fábricas proveedoras de elementos bélicos con qué conjurar el peligro de sus Instituciones y Libertades, tuvieron que disponer de grandes stocks alimenticios para atender sus apremiantes necesidades. Estos stocks comprometidos por las proyecciones que adquirió la lucha, obligaron a los gobiernos por previsión a dirigir sus miradas a las naciones americanas, especializándose con la ARGENTINA, para complementar sus provisiones, reclamadas por futuras necesidades. Fue en este período de verdadera ofuscación que la demanda de nuestras carnes y demás productos se agigantó despertando la avaricia de la oferta y sus precios alcanzaron cifras sobresalientes. Fue por esto que improvisados ganaderos se dedicaron a esta nueva industria, atraídos por las incalculables utilidades que ofrecía, y sin discrepancias ni vacilaciones se dedicaron, empleando sus economías y capitales prestados a la compra de ganado y arrendamiento de predios sin concepto de valor real. Terminada la guerra que puso felizmente término al desborde de las pasiones humanas, sobrevino la desmovilización de los ejércitos y la cesación de las numerosas fábricas que los completaban con su cortejo de legiones de millones de desocupados, sus grandes huelgas y su disminuida flota marítima por los desastres sufridos. Los grandes stocks de carnes congeladas almacenados en previsión por los gobiernos aliados de
Inglaterra y EEUU, comenzaron a distribuirse en los países consumidores. Esos momentos de confusión y conmoción fueron propicios para que el porcentaje de nuestra exportación de carnes sufriera su primer contraste en la disminución de su demanda y por ende en sus valores, haciéndose los últimos mucho más sensibles, por cuanto el precio de los alimentos, el de la tierra explotada y el costo de los útiles de trabajo permanecieron, manteniendo su elevada posición. Ese lógico descenso, que matemáticamente debía esperarse para volver a su nivel natural, desaparecidas las causas que lo perturbaron, se acentuó de manera tan inesperada que constituyó una verdadera preocupación. La resultante fue un alarmante exceso de producto en LINIERS, ya sea por cumplir compromisos o por desalojo de campos que exigieron violentos quebrantos en todas las categorías.
Quiero aquí detenerme un instante, pues en ese momento de estado de legítima incertidumbre, es mi deber rendir honor a aquellos cabañeros, inteligentes y laboriosos que con su incansable actividad y competencia, velaron por el futuro de las razas y el prestigio de las Carnes Argentinas. A pesar que todo obscurecía, ellos supieron poner la suficiente luz intelectual redoblando los esfuerzos para el mejoramiento de las especies, dejando anchas vías de relación precio-producto para las generaciones futuras.

ACTUALIDAD

Incontrovertiblemente, somos La Nación que supo ocupar un sitio de preferencia como abastecedora de Carnes en el Mercado Inglés y Europeo, en todas sus formas de industrialización. Hoy vemos pasmados, como países que hace apenas un puñado de décadas no tenían hacienda vacuna son potencias mundiales como Brasil, Nueva Zelanda, Australia..., y nos han arrebatado nuestros tan gloriosos mercados.
Debemos salir de este aislamiento mental en que vivimos y hacer visible nuestras justas aspiraciones. Pretender hoy que el productor salga por sus propios medios es una necedad. Todos los productores pecuarios están bajo una enorme montaña que sin razón y coartando su Libertad, lo agobia y destruye. Esta crisis se soluciona de la mano de la LIBERTAD y al amparo de todas las instituciones, incluidas las industrias frigoríficas.
No es posible que los creados FEED LOT, alfombras bajo la cual yacen las vergüenzas de todo un sector, sea la mascarilla de la "productividad" pecuaria. Que si no es por dádivas no resiste análisis de continuidad.
Ya es hora que nuestra proverbial indiferencia cese y que formemos con nuestros dispersados elementos ese necesario frente para batir con eficacia y unidos con los industriales del "frío" y las entidades del sector, esa gran respuesta que nos demanda la Nación.
El que se dedica a la producción ganadera, producto genuino de nuestras tierras tiene derecho de sacar fruto suficiente y necesario para atender a sus necesidades y la de su familia, de él es el capital y a él le corresponden sus dividendos, NO AL ESTADO.
Nuestra Constitución Nacional no sólo nos garantiza y asegura a todos los habitantes el LIBRE ejercicio de nuestros derechos de propiedad, sino que lo hace extensivo también al trabajo y no permite ni tolera las extralimitaciones que puedan ejecutarse en perjuicio de terceros, porque contraria el pensamiento de armonía que exigen las leyes que lo reglamentan.
Dejo constancia, para que no se mal interprete, que no repudio los Capitales extranjeros que considero el pedestal más firme en que debe apoyarse la prosperidad y el bienestar de las naciones, pero sí deseo que ellos lleven el sello de la racionalidad y moral requerida cuando se pone al servicio del trabajo humano buscando sus justas y equitativas retribuciones y que no persiguen el ilícito y egoísta propósito de duplicarlo y triplicarlo en cortìsimo tiempo a expensas de la usurpación de las fuerzas del trabajador ni que comprometan la riqueza de La Nación, manteniéndose dentro de la órbita que le señalan las Leyes.
No basta el esfuerzo aislado por más intensivo y constante que sea. Debemos conformar un frente de productores, industriales y las distintas asociaciones que hacen al sector y salir al encuentro del Estado, con valentía y decisión ejemplar. VALE LA PENA.
Vigoricemos nuestras fuerzas, unamos criterios y no dejemos que nos quiten la LIBERTAD de decidir.



Fernando A. Castro Pintos
Asesor agropecuario
Presidente Movimiento de Reconocimiento Agropecuario
www.admincastropintos.com.ar.





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