jueves, 29 de julio de 2010

De la Argentina de los valores a la Argentina de los códigos

Por: Ma.del Valle Alvarez Gelves
Periodista


Si en Argentina hiciéramos una estadística respecto del vocablo que más se utiliza entre los miembros de la sociedad creo que, sin temor a equivocarme, que la palabra “traición” figura entre las primeras del ranking.
Los políticos nacionales en general, el ahora ex DT de la selección de fútbol o los “mediáticos” devenidos en “artistas” gracias a la influencia de la TV, utilizan sistemáticamente la palabra traición para agredir o denostar a aquellos que eligieron un camino propio, fuera de su órbita de acción.
De esta manera subyace entonces la idea de que aquellas personas que tienen opiniones propias - por recurrir al inalienable derecho a la libertad de pensamiento - y las emiten quedan expuestos a ser traicioneros (con toda la carga negativa que el término en cuestión conlleva implícitamente); en síntesis, que de acuerdo a los “códigos” que utilizamos en la Argentina de hoy, la “traición” no deviene de estar “a favor de” las propias ideas (lo cual sería más que loable y hasta necesario diríamos porque entonces estaríamos hablando de coherencia) sino de estar “en contra de” una persona. Y lo más lamentable es que se utilicen palabras más propias de la mafia que de una sociedad madura y desarrollada para referirse a aquellos que opinan diferente y son consecuentes sus ideas.
Siguiendo esta línea de pensamiento no es de extrañar que en nuestro país se hable de “códigos” y no de “valores” como parte de la tergiversación cultural e idiomática a la que nos vemos expuestos desde hace varias décadas hasta la actualidad, situación que se ha agravado en los últimos años.
La palabra “valores” conlleva implícita la idea de lo trascendental en relación a las modas de una época en tanto que los “códigos” varían según las circunstancias sociales. Si los personajes públicos se manejan de manera mafiosa el discurso, necesariamente, será mafioso. Si los personajes públicos honran sus propias vidas con valores trascendentes el discurso –y aún a pesar de que uno pueda discrepar- será valorado.
Creemos firmemente en la pluralidad de ideas, en el derecho a pensar libremente, en poder actuar de acuerdo a nuestros propios valores y en consecuencia, nadie tiene derecho a acusar a nadie de “traicionero” porque le estaría negando la potestad más sublime que tiene el Ser Humano y es la libertad de elegir.

Argentina hoy

Como ejemplo práctico de esta situación vale la pena destacar una definición del Dr. Massot en su libro “La excepcionalidad argentina, auge y ocaso de una Nación” en la que subraya que “en el país de los argentinos, la República fue secuestrada y reemplazada por una partidocracia madurada al amparo del derroche de los dineros públicos y de una corrupción imposible de acotar.
La diferencia de las naciones más desarrolladas…respecto de la nuestra reside en el tejido de complicidades, lealtades corporativas, pactos secretos y la ley del silencio que, a falta de otro término mejor, es pertinente llamar impunidad”. Los gobiernos se sucedieron a la par que la corrupción se ha ido incrementando “con la particularidad de que, transcurrido el tiempo, los vicios cambiaron: antes se robaba individualmente ahora la corrupción se ha hecho movimientista…. Antes la corrupción era sinónimo de delincuencia y quienes eran descubiertos se pegaban un tiro; hoy el delincuente supone que quedarse con un vuelto ajeno es una merecida recompensa por los sinsabores de la función pública”.-

4 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo. La Argentina no tiene esperanza mientras no tenga un partido conservador fuerte. Felicitaciones por el blog!

    ResponderEliminar
  2. Una nota bastante floja, como las que pueden leerse desde Página 12 hasta La Nación. Supone que existe una conexión entre el lenguaje y moral, o lenguaje y ética, pero no se preocupa en mostrar los argumentos que sustentan esa opinión. Me bastaría con que nombrase la teoría del lenguaje a la que adhiere. Pero, incluso si lo hiciera, la nota carecería de total interés. Si al menos, analizara lo que dijo tal o cual político, el contexto en el que lo dijo, etc.

    No puedo decir que sea una pena que haya la autora haya desperdiciado 20 minutos de su vida en escribir esto.

    ResponderEliminar
  3. Estimado Anónimo: agradecemos su colaboración en el debate de la nota publicada. No es la intención realizar un curso de lingüística porque para eso existen pensadores con el suficiente conocimiento desde Ferdinand de Saussure en adelante. Creemos que a través del lenguaje podemos poner de manifiesto nuestro sistema de valores, creencias, moral; es decir, a través de él damos el primer paso en la comunicación discursiva. Lo que no llegamos a comprender es que si la nota "carece de interés y es floja" cómo desperdició su tiempo en leerla. Nuevamente gracias por su colaboración: siempre resulta útil la opinión ajena aunque sea anónima. Feliz 2011!

    ResponderEliminar